Generalmente se cree que hay que incorporar nuevos alimentos o llenarnos de suplementos, vitaminas y minerales para sentirnos mejor, pero más conveniente sería dejar de consumir aquello que no nos alimenta, roba nutrientes y desgasta nuestro organismo haciéndonos sentir mal y llevándonos hacia la enfermedad.
Deberíamos eliminar los alimentos procesados con altos niveles de antígenos (sustancias extrañas al organismo) que no solo no aportan nutrientes, sino que los consumen y además ocupan y distraen a nuestro sistema inmunológico. Para lograrlo, debemos leer en los paquetes, la lista de ingredientes y ver lo que contienen. Aquellos alimentos que contengan estabilizantes, colorantes, resaltadores de sabor, conservantes y otros aditivos deberán evitarse en la medida de lo posible y si sufre alguna enfermedad, deberá eliminarlos. Una forma práctica es pensar como la naturaleza nos brinda los alimentos y consumirlos lo más cerca posible de su origen. Piense un momento si en la naturaleza existen árboles de alfajores, plantas de caramelos o ríos de gaseosa.
Más Cáscaras (envase natural)
Menos Plásticos (envase industrial)
Por lo tanto tendríamos que aumentar el consumo de cereales integrales, alimentos frescos y crudos, disminuir la proteína animal (3 veces por semana aumentando pescado y pollo orgánico) y reemplazarla con proteína vegetal (cereales y legumbres). Otras medidas por demás aconsejables, consiste en evitar las grasas saturadas (fritos, manteca, embutidos, fiambres) la sal y el azúcar.
Teniendo la intención y las ganas podrá incursionar en recetas más saludables e ir incorporando de a poco platos muy sabrosos y que contengan los nutrientes que se encuentran en alimentos tan nobles y antiguos como el cereal integral, legumbres, semillas y algas.
Si tiene dificultades para realizar el cambio alimentario, entonces este es su curso “Primeros pasos hacia la alimentación natural”